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Mostrando entradas de mayo, 2011

Mary Higgins Clark, firma de libros

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Siento vergüenza al decirlo, pero no tengo porqué esconder nada, delitos peores se han cometido: lo reconozco, lectora de misterio, suspense y novela negra, y no había leído aún a la archiconocida Mary Higgins Clark. Cada semana (por no decir cada día) me pongo al día de las novedades literarias que se dan lugar por la zona y así fue como hace unos dos meses vi que la librería más importante de la ciudad traía a la gran escritora junto a su hija (Carol Higgins Clark, también escritora) para una firma de libros aprovechando la presentación de su última novela.                             Tríptico de la librería informando del evento  Así pues, me las arreglé para tener en mi biblioteca algunos títulos suyos (¡gracias mama por el regalo!), y sólo puedo decir una cosa: soy tonta por no haberla leído antes y agradezco la cadena de acontecimientos que me han hecho llegar a ella. La primera obra que he leído suya me ha dejado muy buen sabor de boca, una manera exquisita de escribir y d

Roles

Ahí está otra vez, mirándome fijamente. ¿Por qué lo debe hacer? ¿Me está acosando? Me escondo tras la cortina para evitar el contacto directo, pero sé que sabe que estoy en casa. Él en cambio no se esconde, con la ventana abierta de par en par observándolo todo. ¿Acaso no tiene una vida? Casi siempre que miro ahí está él. Su ventana da a la parte trasera, así que el otro día hice cálculos y supuse cual era el número de su casa. Pasé por delante pero no vi nada raro, nada fuera de lo común, tan solo que no había nombre en el buzón. Y otra vez lo encuentro mirando… Como entre ventana y ventana debe haber unos cincuenta metros no alcanzo a ver qué es lo que hace. Intrigado aporreo la puerta de varios vecinos. Por fin uno de ellos, el hombre mayor del segundo tiene lo que busco. Vuelvo a casa y me pongo a mirarle con los prismáticos para descubrir que en realidad está sentado frente a un ordenador. De vez en cuando mira hacia aquí de reojo, pero parece tener cara de susto, ¿o es indiferen

Pereza

Lo admito, he sucumbido a la pereza. Pero, ¿quién no lo ha hecho alguna vez? A la mayoría de personas nos ha pasado por lo menos una vez en la vida. Promesas para año nuevo, proyectos antes de verano, dietas y ejercicios, dejar de fumar… Estás un día tan tranquilo sentado en el sofá reflexionando sobre a saber qué tontería y de repente se te enciende la bombillita con otra tontería aún peor: “pues me voy a aficionar a los puzles, mañana me compro uno de mil piezas”. Sigues dándole vueltas a lo que a tu parecer es una idea genial. “Ya era hora que hiciera alguna actividad lúdica de culto, además, luego lo enmarcaré y lo colgaré en la pared”. Te levantas del sofá, enciendes el ordenador y tecleas en el buscador: puzles. Empiezas a ver fotos alucinantes de puzles inmensos y tu ilusión empieza a crecer: “quien sabe, a lo mejor algún día hasta bato un récord”. Como es domingo e internet no te puede ofrecer más, te pones a pensar dónde colgarás el cuadro. Haces un cálculo de cuanto puede m